Para validar una idea de negocio lo primero de todo es tratar de ser objetivos. Muchas veces tenemos ideas fantásticas. Y no sólo son fantásticas sino que además son de una temática que nos gusta, de un sector que creemos controlar un poco y que nos hace pensar que contamos con información y experiencia suficiente que no es necesario preguntarle a nadie antes de lanzarlo al mercado. Error.
Tenemos que ser objetivos y darnos cuenta de que si nuestra fabulosa idea realmente no se ajusta al mercado podemos estar equivocados o pivotar hacia otras opciones. Debemos desplazarnos emocionalmente de nuestra idea, básicamente porque si se nos ha ocurrido esa maravillosa idea y luego resulta no funcionar no pasa nada; si hemos sido capaces de crear ese concepto seguro que somos capaces de pensar algo mejor.
Desplazarnos emocionalmente nos permitirá ver el global, nuestro proyecto y su entorno. Además nos permitirá criticar, encontrar fallos y decir «esto es una mierda por este motivo, necesito arreglar esta parte». Si no es así no querremos ver la realidad, no prestaremos atención a las señales que nos dará el mercado y nos pegaremos un tortazo épico.
Una vez comentado algo que considero realmente importante y que pocas veces se habla de ello creo que podemos ponernos manos a la obra. (Fuente: Pablomarketer)